“Es mejor exagerar que no reaccionar”, expertos opinan sobre coronavirus
El COVID-19 es ya una pandemia, que se extiende tan rápidamente que cualquier recuento de infecciones y muertes se desactualiza enseguida. Los casos fuera de China se han multiplicado por 13 en las últimas dos semanas, y el número global de infecciones ha superado las 175,000 el 16 de marzo. A medida que los países, […]
El COVID-19 es ya una pandemia, que se extiende tan rápidamente que cualquier recuento de infecciones y muertes se desactualiza enseguida. Los casos fuera de China se han multiplicado por 13 en las últimas dos semanas, y el número global de infecciones ha superado las 175,000 el 16 de marzo.
A medida que los países, desde Italia hasta Irán, desde Suecia hasta Sudáfrica, luchan por contener el virus, es más importante que nunca recurrir al consejo experto de instituciones como la Organización Mundial de la Salud. Lavarse las manos con frecuencia con jabón es una de las medidas clave que podemos tomar para protegernos.
El Foro Económico Mundial ha recogido las ideas de personas
del ámbito de la academia de las principales universidades para tener una
visión global de cómo se está propagando el Covid-19 y qué medidas deben
adoptarse para luchar contra la pandemia.
El distanciamiento social es nuestra mejor defensa actual contra el Covid-19.”
Michelle A. Williams, decana de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, EE.UU.
El 10 de marzo, la Universidad de Harvard anunció sus planes de llevar toda su enseñanza a la plataforma digital a partir del 23 de marzo, un día después de las vacaciones de primavera. Las reacciones del público a este y otros movimientos similares en otras universidades han sido variadas: algunas personas han elogiado la acción y otras la han considerado exagerada o excesivamente cautelosa. Pero, de hecho, el distanciamiento social (llevado a cabo con éxito por algunas ciudades durante la pandemia de gripe de 1918) es nuestra mejor defensa actual contra los efectos en cascada de COVID-19.
Ya no podemos esperar contener la propagación global del virus. Tampoco podemos esperar al desarrollo de una vacuna que puede tardar aún 18 meses, o desperdiciar recursos indebidos en la localización de conexiones entre personas con la infección. Nuestro enfoque actual debe ser el de aplanar la curva, frenar la propagación del virus, aliviar sus efectos en los sistemas de salud y salvar vidas. La forma más efectiva de hacerlo es a través del distanciamiento social, que incluye la restricción de los viajes y la cancelación de eventos a gran escala como conciertos, conferencias, y sí, clases universitarias.
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Durante la epidemia de gripe de 1918, el distanciamiento social extremo en Saint Louis (San Luis, Misuri) salvó vidas de forma incalculable, mientras que en Filadelfia, la obstinada negativa a cancelar un desfile de la Primera Guerra Mundial dio lugar a una rápida y evitable propagación de la enfermedad. Hoy en día, los inconvenientes inmediatos de esas restricciones se ven eclipsados por los resultados positivos ya observados en países como Singapur y China.
El distanciamiento social por sí solo no mitigará el impacto de COVID-19. También debemos hacer que las pruebas sean gratuitas y se puedan obtener con facilidad y garantizar bajas laborales pagadas a todos los trabajadores enfermos y en cuarentena, entre otras acciones. En un momento tan incierto, también debemos dar prioridad a la salud mental. Pero ya hemos pasado el punto de actuar con tibieza.
Sólo a través de un estricto distanciamiento social podemos
esperar atenuar en la actualidad la proliferación de este nuevo virus y reducir
las tasas de mortalidad tanto por COVID-19 como por otras enfermedades no
relacionadas.
Mientras tanto, a medida que nos movemos para proteger la
salud de nuestra familia, amistades y colegas, debemos también dar respeto y
cuidado a las personas cuidadoras. Porque, como se ha demostrado una y otra
vez, son las y los trabajadores sanitarios y de salud pública, ya sea sobre el
terreno, en los centros de salud o en entornos de ayuda internacional, quienes
sirven como primera línea de defensa vital para proteger la salud de las
poblaciones.
Una proporción significativa de la población mundial podría estar infectada.”
Profesor Yik-Ying TEO, decano de la Escuela de Salud Pública Saw Swee Hock, Universidad Nacional de Singapur
La responsabilidad individual se encuentra en el centro de la gestión de la situación actual con COVID-19, ya que nuestras acciones determinan si la cadena de transmisión se detiene con éxito o se amplía desafortunadamente.
El simple pero efectivo mensaje de lavarse las manos con
frecuencia puede minimizar el riesgo de infección de cada persona por la
exposición inadvertida al virus a través del contacto con las superficies y el
subsiguiente contacto con la cara.
- Evite ir a lugares concurridos, sobre todo aquellos que están en ambientes cerrados con poca ventilación natural.
- En caso de malestar, se debe minimizar cualquier interacción con otras personas.
- Evite cualquier viaje no esencial a lugares con casos de transmisión en la comunidad.
- Sea socialmente responsable al compartir información precisa y basada en hechos en las redes sociales, y evite iniciar o enviar artículos no verificados o noticias falsas a otras personas en la comunidad.
- Haga un esfuerzo por mantenerse al día sobre los últimos acontecimientos de la situación en la vecindad local.
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Tenga presente que la situación puede continuar durante un período prolongado, y siga manteniendo buenos hábitos personales, tales como ejercicio regular y una nutrición adecuada para tener una constitución física sana y un estado de bienestar mental para salir adelante en esta crisis mundial.
Está claro que la transmisión de COVID-19 continuará en
muchos países, para al final devenir en una difusión comunitaria. Los
encargados de elaborar modelos epidemiológicos han hecho varias proyecciones
sobre el impacto previsto en la población, en las que, a falta de una
contención eficaz o de una vacuna viable y segura, una proporción importante de
la población mundial podría resultar infectada.
Si bien esta predicción puede llegar a cumplirse, lo importante es la escala de tiempo en que se lleva a cabo: ya sea en cuestión de 6 a 9 meses, lo cual puede colapsar muchos sistemas sanitarios, o a lo largo de varios años, lo que permitirá a los sistemas de salud hacer frente de manera adecuada.
No obstante, todavía hay países con sistemas sanitarios más
débiles en los que es necesario garantizar que las plantillas de trabajadores
de la salud estén ante todo protegidas, con un suministro adecuado y una
capacitación apropiada en el uso de equipo de protección personal; así como
permitir que esos países organicen una respuesta viable y sostenible que
incluya la atención primaria comunitaria para tratar los casos leves, además de
la atención hospitalaria intensiva avanzada de las personas gravemente
enfermas.
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